MIS CUENTOS
EL REY DE SU PUEBLO
Érase una vez de un país muy lejano, hace infinidad de
años, un Rey que había hecho próspero a su pueblo, todos disponían de
recursos para subsistir, había muchos caminos que comunicabas todos los
pueblos de aquel lugar. Un día pensó que algo tenía que hacer para ver cómo
era su pueblo ahora que vivía en bienestar y prosperidad. Se le ocurrió poner
una gran piedra- gigante- en un camino muy importante, y comenzó a observar
qué hacía la gente.
El Rey dijo que quien consiguiera quitar la gran piedra se
quedaría con todo lo que encontrara, pues para quitar la piedra había que
conseguir una lágrima de dragón y para ello subir a la montaña más alta del
mundo. Entonces un chico de quince años se puso manos a la obra, porque él
quería ser rico y ayudar a su familia ya que eran pobres. Lo primero que hizo
fue intentar levantar la piedra porque se creía muy fuerte pero no lo
consiguió y se hizo daño en la mano izquierda.
Entonces decidió emprender el camino a la montaña más alta
que estaba a unos kilómetros del pueblo, pero lo malo del camino era que
estaba lleno de vegetación y casi no se podía pasar porque se decía que allí
había muchos animales raros que eran peligrosos. Cuando iba por la mitad del
camino llevaba todas las piernas con rasguños por las zarzas. Cuando ya sólo
le quedaban unos metros escuchó ruidos extraños, eran esos animales, pero
descubrió que todo lo decía la gente era mentira, pues esos animales eran
encantadores y le ayudaron a llegar a la montaña. Una vez allí, empezó a
subir hasta el pico, era muy cansado, tenía que descansar cada dos por tres.
Después de tres horas ya estaba allí. Era un sitio muy oscuro y el chico
empezó a sentir miedo, ahí estaba solo, seguramente sólo el dragón y él. Pero
acumuló todo su valor y decidió ir en busca del dragón.
Después de buscar durante una hora por ese enorme pico de
la montaña, decidió descansar y sentarse en una roca; pero, de repente, la
roca empezó a moverse como si fuera un terremoto y… ¡era un dragón! El pobre
chico se pegó un susto tremendo y se puso a gritar pero se dio cuenta que el
dragón no se había enfadado, que lo que decía la gente era mentira, esa
criatura era inofensiva.
Después de unos minutos, el chico ya estaba tranquilo y
decidió preguntarle al dragón si podía hablar. El dragón le contestó que sí y
el chico se quedó alucinado, esa criatura era alucinante. Después de hablar
un rato con el dragón, el chico le preguntó que si le podía dar una lágrima
de dragón. El dragón le dijo que sólo con una condición, que le encontrase
unas hojas especiales para curar su ala. Él aceptó la condición y decidió ir
a buscarlas. El dragón le dijo que las hojas se encontraban en lo más
profundo del bosque, en los árboles más altos. Entonces el chico fue al
bosque, tenía mucho miedo, escuchaba aullidos de lobos y eso no le gustaba ni
un pelo. Pero descubrió un árbol muy grande y pensó que debía de ser ese y,
entonces, trepó hasta arriba; tenía razón, ahí había unas hojas doradas,
tienen que ser éstas, se dijo.
Cuando llegó junto al dragón, el dragón se lo agradeció
tanto que se puso a llorar, y el chico consiguió la lágrima. Cuando se
despidieron ya era de noche y el chico decidió volver al pueblo. Cuando llegó
al pueblo ya estaba amaneciendo y decidió mirar la lágrima de dragón. La
lágrima se había congelado, entonces examinó la roca y dio con la respuesta.
En uno de los lados de la roca había un agujero con forma de lágrima, y ahí
era donde tenía que poner la lágrima, pero si se le caía se rompería y todo
el esfuerzo no habría valido para nada. Entonces decidió poner la lágrima
cuidadosamente y ocurrió algo muy extraño, la piedra se abrió por la mitad y
dentro había dos sacos llenos de dinero.
Luego cogió las bolsas y fue a hablar con el Rey y le
preguntó: “Mi Rey, ¿esto que he conseguido es para mí?” Y el Rey le
respondió: “Todo lo que has encontrado es para ti, tú te lo has ganado. El
superar todos los obstáculos que van apareciendo en nuestro camino enriquecen
nuestra vida y, por lo tanto, nuestra personalidad y forma de actuar”.
Celia De La Fuente. 6º
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario